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Isaac: La muerte de un amigo no se la deseo ni a mi peor enemigo


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Fotografía ilustrativa


Aimé Salinas y Diana Uzquiano | 18 de marzo de 2023


“ - ¿Con qué te quedarías de él?

- Su forma de pensar y su forma de ver la vida”


Isaac Hernández, también conocido como “Chino” por sus compañeros de trabajo, tiene 22 años y es parte de la industria maquiladora de Ciudad Juárez, la ciudad en la que nació y ha vivido toda su vida. Es el hermano mayor de una familia de 5.


Chino es una persona atenta y reflexiva, mayormente serio, mucho más desde que se convirtió en víctima indirecta del Narcotráfico al perder a quien señala como Sammy, una de sus amistades más cercanas en los últimos años, de quien, además, comparte haber aprendido mucho.


“Yo lo conocí una vez en una fiesta que me invitó un primo; un bato super random, o sea, vestido como cholo chicano, de allá de los Estados Unidos y, pues, a mí me decían cholo y el bato me veía y me decía" mcht, tú no eres cholo, bato. O sea, sí era cholo allá, pero se había venido para acá y acá agarró malas mañas, se metió en el narco y todo, pero era una persona que cuando se intentó salir, pues... nunca te puedes salir de eso, es un ataúd, namás (...)”


Sammy huía de una compleja vida, atorado en una situación que le había robado de los momentos más importantes de su vida, cosa que compartió con Chino mientras residía en Ciudad Juárez. “Me dijo cómo entró porque a mí me habían invitado a entrar (...) pues yo en ese momento era cuando fumaba mucha mota, tenía 20 años recién cumplidos, él tenía 24, cuando falleció él tenía 25”, dice tras contar que la última vez que lo vio fue durante la noche del 18 de noviembre de 2021.


Nacido en California, cerca de los Ángeles, comparte chino, Sammy era un joven mexico-estadounidense, quien creció en situación de negligencia familiar y encontró entre las pandillas de las calles un abrigo con el cual protegerse de los riesgos a los que se exponía siendo un niño.


Tras algunos problemas con la ley en Estados Unidos, al ser acusado de cometer homicidio, huyó hacia México, en Tijuana, donde se encontraría con familia que no conocía del todo, ni hablaban su idioma.


“El nació allá, no me acuerdo dónde, él ya tenía tres años aquí y su familia siempre hablando español, pero igual tenía siempre sus pochismos de hablar con el “so, el bato, el bro, el ese, me decía “es que tú no sabes ese, so la vida está muy cabrón” dice Chino, quien recuerda con alegría a su amigo.


Para Sammy caer en el Narcotráfico fue como un pestañeo; en Tijuana su familia, con la típica característica de la comunidad mexicana, alegre y fiestera, llevaban al nuevo miembro de la familia a todas las fiestas que podían: familiares, de amigos como de desconocidos. Hasta que, de pronto, se encontraba en las fiestas solo, sin rostros conocidos, con el amigo de un amigo que le juraba que al seguirse juntando con ellos le iría muy bien; con promesas de grandes fajos de dinero.


Más que hacerlo por el dinero, lo que llamaba la atención de Sammy era la adrenalina. Comenzó por cosas pequeñas, dice Chino, hacía entregas en un inicio, pero llegó a asesinar gente entre sus tareas. Cuando quiso salir, era demasiado tarde, aunque Chino omite el motivo de la persecución a Sammy, cuenta que su estado era grave, por lo que tuvo que buscar la manera de llegar a Estados Unidos otra vez, situación que no era sencilla debido a que lo vigilaban, motivo por el que llegó a Ciudad Juárez, sin ningún conocido o amigo.


“Ya ni su familia lo quería ver, porque llegaba él y llegaba con camionetas y de rato que llegaba él y se iba ... como escoltado. Entonces dice que cuando se iba de repente llegaba la policía al ratito, que varias veces le tocó que estuviera ahí y les marcaran por los radios diciéndole (…) que iban a balacear si no se iban”.


A Chino le gustaba conversar con Sammy porque le enseñaba a ver las cosas desde otra perspectiva, así como su experiencia en las situaciones más peligrosas le ayudaron a alertarlo de no tomar las mismas decisiones. “Cuando él se vino de allá para acá no tenía a nadie si le balaceaban la casa, si tenía alguna amenaza ya ni tenia a dónde ir; pero duró meses sin saber nada, sin tener miedo. Y duró días encerrado, meditando sobre si, pues iba a ser todo, ¿qué perdía?, no tenía hijos, ni tenía madre, no tenía familia. Si se moría, ¿quién iba a reclamar por él?, y era lo que lo carcomía por meterse en malos pasos, pues a dónde fue a parar. Era un cholo, pero era una persona de muy buen corazón. Incluso cuando no tenía qué comer, le daba a la gente de su poco dinero”.


Sammy se dedicó a la industria maquiladora el tiempo que estuvo en Ciudad Juárez, “no sé cómo le hizo para meterse a trabajar”, expresa Chino todavía impresionado de recordar a su amigo y todo lo que vivió. También añade que antes de conocerlo era una persona problemática, solía tener peleas en fiestas, escuela y en la calle. “Me empezaban a decir de cosas, y era de “si quieres agarrarte a madrazos, vamos agarrarnos a madrazos. Con decirte que yo tengo apuñaladas en el cuerpo por batos que ni siquiera yo conozco”, dice.


Sammy y Chino solían juntarse a beber, algunas veces solo a fumar y platicar de sus vidas, “de lo que nosotros llamamos estar viviendo”, dice. “Porque no sabíamos qué hacer con nuestra vida y aún no sé qué hacer, pero intento encontrar un motivo (…)”, comparte mientras se prepara para hablar del día en que falleció su amigo.


“(…) esa vez con él, los dos algo tomados, ya tenía tiempo que había unos batos que me habían dicho “¿quieres vender o mover droga por nosotros? Y la pensé, porque en ese momento, pues, la economía mía no estaba muy bien que digamos. Estaba pensando en irme al Chuco a trabajar (…)”, menciona Chino, para después agregar que debido a la pandemia no pudo trabajar en Estados Unidos.

A Chino le gustaba fumar marihuana con frecuencia, porque lo ayudaba a conciliar el sueño, pues sufre de insomnio, y también para lidiar con sus emociones. Algunas veces lo confundían como a un dealer, algunos conocidos que sabían que consumía marihuana llegaban a pedirle que les vendiera un cigarro con la mercancía que él compraba, razón por la que llegó a considerar aceptar participar en la venta de drogas.


“Dije “chance y si es un buen trabajo, no me arriesgo mucho; era nomás llevarlo de un lado a otro, pero pues esa vez con él, los dos tomados ya…, fue mi salvación decirle a este bato”, dice refiriéndose a Sammy, “ la cara que tenía en ese momento cambió, no dijo nada. “No, no, no hagas eso, no sabes en lo que te metes. Él me dio muchos consejos, fue “bato, date cuento que eso está mal, ese camino no es para ti. Yo me molesté por la actitud que había tomado, porque era un comentario, no lo iba a hacer; de todos modos, no soy tan estúpido como para meterme en ese tipo de pendejadas, pero fue un comentario al aire porque no me pude ir al Chuco”.


En esa visita del 18 de noviembre, mientras Chino y Sammy bebían, decidieron pedir comida a domicilio mientras la noche se alargaba, “ya los dos relajados todavía seguíamos algo tomados; él me dijo “¿pedimos algo por Uber Eats?, (…) pidió algo de comer, pero se iba a tardar un rato, me dijo “tira paro, ve a comprar soda o algo para poder tomar. Había una tienda como a unas cuatro o cinco cuadras. Por ahí, por donde vivía, tenían siempre carros tuneados, los arreglaban y tronaban los carros, es cuando los aceleran y truenan así. Entonces ya yo me fui, compré lo que tenía que comprar. Cuando voy de regreso ya se me había hecho raro, porque había visto unas dos o tres trocas, (…) de repente ya se escuchan las detonaciones, y yo pensé que era un carro modificado.


Estaba como a dos cuadras, tenía las sodas en la bolsa, caminando con el cigarro en la mano. Su casa estaba como a cinco o seis casas de la esquina; no fue ni dos minutos cuando veo a una señora corriendo de la cuadra. Doy vuelta a la cuadra y veo un cuerpo tirado y mi reacción fue de “¿qué pedo?, ¿qué pasó?, yo pensé que fue un carro.


Fue un modo avión en putiza, no escuchaba nada, como si todo estuviera de fondo. Y te digo porque volteo a ver el cuerpo y eran los tenis Nike de mi compa, los blancos, los más normales que puedes ver” comparte Chino, quien además agrega que Sammy era un fanático de esa marca, por lo que esa imagen en su cabeza se repite como un bucle.


“En el piso él ahí tirado, y fue horrible sentir eso, como si te aplastaran el pecho, como si quisieras gritar y no poder, como intentar correr y que las piernas no te den. Es una frustración. horrible de estar en ese tipo de momentos. Mi reacción fue gritar su nombre, me acerqué a madres; todo lo que tenía en las manos lo tiré, me acerqué a él y cuando me acerco a él, él todavía respiraba, muy a huevo, con sangre en la boca, y simplemente me dijo “no lo hagas, con sus palabras me dijo ‘no lo hagas, sangrando, y de rato nada más se me fue en los brazos.


Sonrió y eso fue todo, no hay más. No es como las películas te lo pintan, que le puedes cerrar los ojos. Es muy feo ver cómo se te va una persona que le estás teniendo un chingo de cariño, que te está enseñando que el dinero no lo es todo; no por el dinero, no por la fama, no por nada vale arriesgar tu vida y que de una forma tan estúpida se vaya.


Es que es indescriptible el sentimiento de tener un cuerpo en tus manos más cuando es una persona que quieres, que se despide de ti de una forma en la que te está dando una lección de vida todavía en sus últimos alientos. Duele más todavía el hecho de que tú sufres y no lo ves, se despide de ti de cierta manera, dándote una lección y todavía sonríe en forma de que ya lo veía venir. Ya sabía que iba a pasar, no sabía cuándo , pero ya sabía que estaban ahí”.


Chino permaneció en silencio ante la muerte de Sammy, temía que las autoridades pensaran que era el agresor, "fue difícil, más porque me lo guardé un año, solo lloré en el momento en el que lo tuve en los brazos y de ahí ya no lo lloré".


Sammy no tuvo un entierro, su familia se había alejado de él hace mucho tiempo, su madre se había desatendido de él desde niño y sus amigos se encontraban en Estados Unidos, donde nació. En Juárez prácticamente no existía.


"Hasta dónde yo supe no tuvo un entierro, yo esperaba que salieran las noticias para saber algo, por lo menos a dónde ir, pero no hubo ni noticias, como si nunca hubiera existido".


Por una vecina de Sammy pudo enterarse que las autoridades llegaron casi de manera inmediata, patrullas y autoridades forenses se encontraban en la escena del crimen, motivo por el que piensa que todo fue planificado y que las autoridades tienen responsabilidad en el delito.


Chino ha vivido con episodios de ansiedad desde entonces. Al inicio, ver series con escenarios similares lo hacían revivir el momento en su cabeza, con miedo, acudía debajo de su mesa para tratar de calmarse. Todavía recuerda a Sammy como una persona alegre, positiva y amable.

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