Susana Prieto: en la lucha por los derechos de los trabajadores
- Halcón De Juarez
- 11 nov 2022
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Diana Uzquiano | 11 de noviembre de 2022
Susana Prieto Terrazas es activista y abogada, una mujer directa y preparada para responder ante las incógnitas que se le presenten. Es la mayor de seis hermanos, quienes fueron criados por sus padres Luis Ángel Prieto Pérez, fallecido hace nueve años a la edad de 66, después de que su salud decayera tras un asalto que le ocasionó, posteriormente, micro infartos cerebrales, señala Susana, y por supuesto, fueron educados también por su madre María Terrazas, de 76 años y con quien mantiene una buena relación.
Susana recuerda a su padre con mucho amor y respeto, comparte de él que se trataba de “un hombre muy guapo, un caballero, pero muy estricto, muy intolerante y siempre con la idea de que debíamos salir adelante como ellos no pudieron salir”. La abogada menciona que la memoria que más atesora junto a él es la ocasión en la que siendo todavía muy joven la invitó a jugar box con él tras ver una pelea en televisión. “Siempre nos ponía a ver el box los sábados, había pocas fuentes de ingresos, entonces éramos asiduos a programas televisados, y una vez me puse a jugar con él al box y dijo que yo no podía dejar agredirme por nadie, que tenía que aprender a boxear, y me dejó golpearlo hasta que le saqué sangre de la nariz, y me impresionó mucho ver sangrar a mi papá, me quise volver loca de, pues de desesperación, de verlo sangrar y él solamente se rio, me tomó por la cabeza y dijo “ya casi estás lista para salir a la calle”.
Por otra parte, de su madre comparte que su recuerdo favorito es cuando Susana trabajó para el canal 44, “empecé a creerme mucho, y una vez mi mamá me devolvió cuando ya me iba de su casa, porque hice un desplante para uno de mis hermanos y le contesté que no tenía tiempo para atenderla, y me dijo que no me estaba preguntando si tenía tiempo para atenderla o no, que era una orden que regresara (…) me dijo que más valía que me comportara, porque para ella del mismo lugar que salió la licenciada, salió el mecánico”.
Susana dice haber tenido una infancia complicada, había dificultades económicas y encontrar un trabajo con buena remuneración para sus padres, que solo cursaron la educación primaria hasta el segundo y cuarto año, era difícil. Su madre ha sido vendedora gran parte de su vida; de productos Jafra y Avon, “desde entonces y hasta la fecha ha vendido ropa de segundo uso en El Hoyo Mall, pero antes de ser mi mamá trabajaba como sirvienta”. Por otra parte, su padre fue taxista, después operador en la fábrica Molduras de Pino y posteriormente ejecutivo de cuentas del banco BHC.
“Fuimos una familia de muy escasos recursos, mi abuelo era jornalero; mi abuela sirvienta por el lado de mi madre. Por el lado de mi papá, pues mi abuela, primero, prostituta, después estuvo en Galveston trabajando de indocumentada y, pues mi abuelo siempre, el paterno, fue una persona ausente (…)”.
Al ser una familia numerosa, sus padres no pudieron brindarles siempre las bases necesarias para satisfacer sus necesidades de vivienda, alimentación, educación y diversión, explica Terrazas.
Fue una niña obstinada, pero dócil con sus padres. Era estudiosa, pues se le inculcó serlo, “siempre me educaron en el sentido de que los pobres, nuestra mayor rebelión era el estudio, y que, si no teníamos padrinos, ni padres profesionistas para salir adelante, la vida tendría que costarnos tres veces más el esfuerzo (…)”.
Al ser la mayor tuvo que cuidar de sus hermanos y quedarse en casa a hacer las labores diarias como la limpieza y, desde luego, el estudio, que no podía descuidar por exigencia parental. Su relación familiar la describe como una común, se presenciaban peleas, pero también eran muy unidos. "Las familias numerosas tienen mayor convivencia los hermanos y las hermanas, y pues hay pleitos como en todas las familias (…), pero cuando somos muchos es más fácil llegar a la reconciliación (…) aunque sí fuimos muy maltratados por nuestros padres, porque eran sumamente estrictos con la escuela (…)”.
De la escuela disfrutaba las matemáticas debido a la influencia de su padre, quien le llegó a decir que las matemáticas ayudaban a desarrollar la lógica y pensar correctamente. Por otra parte, gozaba también de las ciencias sociales porque le gustaba conocer la historia de México, “siempre he creído que la forma de narrar la historia de los países, por parte de los historiadores, son como actos poéticos, que la mayor parte de las veces es falso lo que te cuentan, pero suena mejor que si fuera un cuento de Disney”.
Susana tiene cinco hijos, “tres que me dio la vida y dos que yo parí”, dice. El más grande es Alejandro, después están Raúl Alonso, Raúl Eduardo, Luis Francisco y María Fernanda. Ha disfrutado con ellos momentos especiales, desde graduaciones y nacimientos de sus nietos, hasta complicidades que los unen más.
Es mejor conocida por ser abogada, algunos la apodan incluso “La abogada del diablo”, sin embargo, ella no consideró estudiar leyes por gusto propio; fue convencida por su padre. “Tenía bachillerato de fisicomatemático, y una beca para estudiar en el Tecnológico de Monterrey Ingeniería Químico Petrolero, pero mi papá me dijo que mi inteligencia no debía utilizarse para mezclarse con una clase social a la que no pertenecía; que aún y cuando tuviera las mejores calificaciones, nunca iba a tener el estatus económico de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey y, por lo tanto, el que era buen gallo en cualquier gallinero cantaba (…), que mi capacidad y mi elocuencia arrojaban un perfil para él de abogada, y que eso iba a estudiar y que iba a estudiar en la UACJ”.
La abogada disfruta de ayudar a las personas, señala que lo más difícil de su trabajo es no poder lograrlo. Uno de los casos que más la marcó fue aquel contra Amex Mexicana, una maquiladora de Ciudad Juárez, en el que los operadores de producción tuvieron que atender un paro laboral que se hizo debido a que el equipo de Susana y ella misma se dieron cuenta que la empresa había traído trabajadores de Oaxaca que no hablaban español, sino únicamente dialectos, "no conocían ni la denominación de los billetes con los que les pagaban y, por lo tanto, hasta los robaban el día de pago. Ese día, cuando ganamos esa huelga, se le pagaron las indemnizaciones y casi todos regresaron con el producto de sus indemnizaciones a sus lugares de origen”.
Terrazas practica una labor desgastante, que la obliga a esforzarse por el bienestar de otros y, algunas veces, hasta sacrificar su propio bienestar para conseguir sus cometidos. “Siempre me he sentido asustada… ahora mismo me siento asustada; no tuve un día de tranquilidad, porque siempre he luchado contra los poderosos, contra los poderosos económicamente y políticamente para poder defender a los pobres”.
A partir del año 2016 decidió visibilizar la opresión obrera que existe dentro de la industria maquiladora en Ciudad Juárez, que coincidió con la visita del Papa Francisco, explica. “Como toda la prensa del mundo venía con él, pues estuvieron analizando la geografía política de Ciudad Juárez, Chihuahua, y económica, y a partir de ahí se catapultó, se conoció en Francia, en Inglaterra, en Rusia, en Alemania y en muchos lugares del mundo la situación precaria por la que atraviesan los trabajadores laborando en la industria maquiladora con salarios que no les permiten tener ni siquiera una canasta básica, como a mí cuando era niña; una canasta básica que pueda ser considerada suficiente para alimentar a sus hijos, y toda la descomposición del tejido social que se genera alrededor de la industria maquiladora por el desorden y la corrupción de este país”.
Su tendencia política es de izquierda, y su opinión respecto al gobierno actual es que le queda debiendo al pueblo mexicano, aunque considera que ha realizado esfuerzos importantes para las clases vulnerables del país; reconoce que la reconstrucción política requiere mayor tiempo. “Roma no se hizo en un día y deconstruir la cimentación de una construcción de un gobierno neoliberal, como el que llevaron a cabo los últimos 35 años los gobiernos del PRI y el Pan es imposible que se logre en 6 años”.
Para Susana los valores más importantes son la honestidad, la lealtad, la fidelidad, el amor y la felicidad, y para llevarlos a su vida, practicarlos y mejorar, tiene que destruir lo que construye un día antes para volver a construirlo de nuevo. Detesta las mentiras, pues para ella estas desvían “el rumbo de las cosas, y cuando pretende uno encaminarlas hacia donde era correcto, muchas veces es imposible regresarlas al carril de la verdad, porque otras ya se torcieron a su alrededor”.
Es una mujer sensible, dice que sin esa cualidad no se puede emprender la fuerza para resistir a las adversidades, ni para agradecer las cosas buenas que se presenten. Se piensa a sí misma como alguien honesta, que hace las cosas de la manera correcta, aunque reconoce que, en su personalidad, su mayor defecto es ser una persona intolerante, lo que bien le ha ayudado a resaltar en su labor dentro de las leyes.
Actualmente es diputada por la sexagésima quinta legislatura, en la primera circunscripción territorial. “Estoy gestando desde la diputación, consolidando un movimiento obrero para derrocar al charrismo sindical de este país, en miras de priorizar los intereses a favor de la clase trabajadora, como podrían ser, fundamentalmente, los salarios justos, mejores condiciones de vida y la disminución de la brecha abismal que existe actualmente entre lo que son los trabajadores de una fuente de empleo y los propietarios de; porque entre más ricos son los patrones, más pobres son los trabajadores”.
Le gustaría ser recordada por terminar sus proyectos sin dejar nunca las cosas inconclusas, y también como una mujer revolucionaria, que trastoca conciencias respecto a las clases trabajadoras del campo y la ciudad. Ella no se arrepiente de ninguna de las cosas que ha vivido, ni de las malas, ni de las buenas, pues las ve como huellas en su vida para poder mejorar.
“Hasta los peores actos que me han tocado vivir, como la injusticia que se cometió conmigo privándome de mi libertad, construyendo delitos que no cometí para tratar de bloquear mi activismo a favor de la clase trabajadora del norte de México y la persecución política que ha habido en mi contra. Todo sirve, lo bueno y lo malo”
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