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Murales por una causa: cuando se es mujer


Fotografías: Diana Uzquiano


Diana Uzquiano | 12 de marzo de 2023


“Usamos el arte urbano, pues, para expresar algunas cuestiones de lo que significa ser mujer en la frontera, en Ciudad Juárez”.


No Police”, como pide ser llamada, tiene 30 años y su trabajo como psicóloga le ha permitido ofrecer acompañamiento a mujeres migrantes víctimas de violencia de género. Sin embargo, parte de su vida la ha dedicado al muralismo, en busca de crear espacios artísticos en los que las mujeres puedan expresar y visibilizarse.


"Es mi trabajo formal, pero, pues, también le meto a estas cuestiones del arte urbano. Soy parte de Bravas Colectiva, es una colectiva de, de mujeres, ¿no?, artistas; hay varias que se dedican a diferentes cosas a parte del arte urbano”.


Poli se interesó en el arte cuando todavía estudiaba la secundaria; hacía entonces stickers o stencil y, pese a no hacerlos de forma continua, su curiosidad por estas practicas llamaron su atención a las intervenciones de arte urbano, pegando así calcomanías o haciendo pequeños grafitis en las paredes.


“(…) Empezó como de curiosidad y empecé a hacer cositas, pero en realidad no tan intencionado como con un mensaje como ahorita, lo que hacemos ahorita, lo que hacemos actualmente… lo que hago actualmente”.


La muralista comparte con alegría y timidez que forma parte de las fundadoras de Bravas Colectiva. Iniciaron como un grupo de amigas con intereses en común, todas con deseos de participar en el arte urbano con mayor libertad.


“En parte surgió básicamente por necesidades propias, porque nos sentíamos como excluidas de ciertos espacios de arte, o no tomadas en cuenta y, en ese sentido, también surgió de una necesidad que teníamos en común, que era crear espacios donde las mujeres se nos visibilizara el trabajo; esa era una parte, ¿no?, el trabajo, y también estas cuestiones de cambiar la dinámica que se promovía mucho entre ´batos´, que era esta cuestión de competencia… entonces, en los espacios donde predominaban hombres, en cuestión de arte urbano, pues, no nos sentíamos cómodas. Nos sentíamos menospreciadas o no tomadas en cuenta”, señala Poli.


Explica, además, que recién incursionar en estos espacios lleva consigo el desvalor de los esfuerzos de las muralistas por parte de compañeros varones, que cuestionan en múltiples ocasiones sus habilidades por no poseer una trayectoria más larga como muchos de ellos se la han forjado.


“Sentíamos muy marcada la parte del rechazo o esta parte donde también se podían aprovechar de que ellos tienen experiencia, pero también lo usaban hasta de acoso, de aprovecharse de que no sabes y en esa desigualdad de conocimiento, o lo que sea, también se aprovechaban de esas situaciones”.


Poli y sus compañeras sabían que querían cambiar la situación de desigualdad, buscaban crear un lugar seguro en el que pudieran sentirse cómodas para aprender, pero también para expresar por medio de sus pinturas estos problemas que se viven. “Lo que queríamos comunicar a través de la gráfica fueron estas dos cosas: no sentirnos excluidas en estos espacios y comunicar muchas cosas”.

Visibilizar a la mujer y sus realidades fue el concepto original que acompañaba a la idea de la creación de Bravas Colectiva, esta se intensificó al adentrarse más en cuestiones políticas.


“Antes de ser formalmente Bravas Colectiva, ya habíamos hecho a lo mejor unos talleres, por ejemplo, en el Paro Activo de la UACJ por el feminicidio de Dana, o ya habíamos hecho como algunas otras actividades desde antes de ser formalmente Bravas, ya habíamos trabajado”, motivo por el que deciden buscar un nombre oficial y organizar talleres o actividades para incluir a otras mujeres.


Desde sus inicios siempre se han encontrado con muchos obstáculos, expresa. Se han encontrado en situaciones precarias debido a las dificultades que enfrentan al querer conseguir empleo, lo que les ha impedido, en ocasiones, no tener acceso a ningún material para aprender o enseñar.


“¿Por qué no podemos tener mayor trayectoria nosotras? Es porque también no hemos tenido ni la oportunidad ni los recursos de poder ejercer a mayor escala”.


Durante el 2021, cuenta, estuvieron incluidas en un proyecto promovido por la Secretaría de Cultura, que, aunque significó momentáneamente una buena noticia, con el tiempo la situación se complicó debido a la falta de pagos fijos para llevar a cabo los talleres: “ofrecen material, pero no es suficiente para hacer subsistir el arte urbano”, dice.


Cuenta que un momento importante para ellas y la formación de su colectiva fue un 8M en el que se realizaron una serie de actividades, entre ellas una llamada Morras Pintando Muros. “Fue la primera vez donde nos juntamos varias mujeres a hacer un mural así tal cual, con la temática de la lucha feminista, (…) compartiendo ideas, compartiendo el espacio y fue esa experiencia también la que nos dio esta pauta de querer seguirlo haciendo, porque fue una muy buena experiencia para nosotras, porque una parte era que ni siquiera nos conocíamos entre las mujeres que estábamos haciendo gráfica y estábamos queriendo comunicar todo esto”.


Sentir que practicaban el muralismo de una forma diferente a la usual, una donde todas las mujeres eran bienvenidas y admiradas entre ellas, las hizo pensar que debían hacer perdurar ese momento.


“Fue algo que nos marcó mucho porque notamos diferencias a cómo se hacían antes, entonces dijimos “ay, tenemos que seguirlo haciendo y tener esta unión entre morras”.


El motor de su arte es la política, dice Poli. Las luchas sociales y situaciones que acongojan y limitan a las mujeres tanto de Ciudad Juárez como de México; son las historias y hechos que mueven sus intenciones al pintar.


“No solamente lo queremos delimitar a decir “mujeres artistas”, sino que emplear quién puede ser artista, es como, más bien que todas tenemos esta capacidad creadora, entonces también nuestros talleres, las actividades, las intervenciones, pues no solamente son para mujeres que se consideren artistas, sino para mujeres en general que tengan esta necesidad de comunicar algo, pero (…) algo que nos impulsa sí es visibilizar el trabajo de las mujeres que crean gráfica. Nos dimos cuenta que había muchas que estaban haciendo cosas muy chidas y que, pues, la neta, ni entre nosotras nos conocíamos. Fue enfrentarnos a esta realidad de que “ah caray, ¿por qué no se está conociendo el jale de otras morritas?”.


Pretenden también generar espacios de dialogo a través del arte urbano, porque para Poli, compartir los sentires y emociones son relevantes en el proceso artístico.


“Creo que ahí va también un poquito ligado a que soy psicóloga, ¿no?, y que realmente creo que sí deben de existir estos espacios donde nos podamos expresar y dialogar lo que estamos viviendo, y lo que estamos sintiendo respecto a ser mujeres y todo esto que está a nuestro alrededor sucediendo y cómo nos puede impactar”.


Poli reconoce la complejidad no solo de ser muralista mujer, sino de participar y hacer funcionar una colectiva para impulsar a otras. Formar Bravas Colectiva requirió de mucho esfuerzo, reflexión y análisis de los diferentes entornos entre mujeres. “Era como querer construir algo que nosotras necesitábamos, pero que también no nos dábamos cuenta de que había más mujeres que necesitaban este espacio”.


La muralista considera que ser juarense es sin duda un elemento importante para el trabajo de la colectiva. Sobre todo recuerda y mantiene presente la guerra contra el narcotráfico, hecho que estigmatizó e influyó en la construcción de la imagen de Ciudad Juárez.


“Claro que iba a surgir una imagen de Ciudad Juárez con cierto estigma, pero a raíz de eso también surgieron ciertas intervenciones en la ciudad, ciertos símbolos que hablaban según de una ciudad resiliente, entonces, era como la JRZ, las letras estas de tipo branding, mural de Juan Gabriel, los caballos que estuvieron allí un rato en el centro”.


Este tipo de manifestaciones para reconstruir la identidad juarense impulsaron a las personas a abrazar los nuevos símbolos que definirían, en gran parte, la imagen de la ciudad, pero Poli se resiste a la idea de encasillarse solo en la imagen de un Juárez depurado, libre y limpio de dolores o rezagos.


“Esta es la contraparte: nosotras también queremos contrarrestar este dialogo y decir como “no, no es cierto” ¿no?, o sea, ¿en qué momento se ha trabajado toda esta cuestión de resiliencia en la ciudad? Entonces es como contrarrestar estos mensajes que se han lanzado desde instituciones y de hasta empresarios que tiene que ver con estas imágenes y esta idea que venden de Ciudad Juárez a través de ese tipo de intervenciones”.


Para Bravas Colectiva el arte urbano cobra otro sentido más allá de concientizar, pues pretenden criticar y eliminar la idea que, señala, buscan vender de la frontera de Chihuahua. Espera que por medio de sus trabajos artísticos la gente reflexione sobre su contexto y que no abandone ni las marcas más dolorosas de su historia.


“Para mí sí considero que sí tiene cierta influencia o cierto impacto de ver todas estas intervenciones dentro de nuestra cotidianeidad. Mientras recorremos las calles ver una imagen sí puede causarte otra percepción del espacio y, por ende, de la ciudad”.


Ser juarense es complicado para Poli, pues asegura que no es posible definirse de una sola forma cuando se nace y crece en una frontera que está repleta de fenómenos sociales, con historia dolorosa, violenta y de comunidades tan diversas.


“Nos habla de ser una ciudad migrante y hasta nuestras propias raíces que también son migrantes; muchas personas venimos de familias que son de otros estados”, responde cuando se le pregunta qué es ser juarense para ella.


“¿Qué es ser juarense? Pues es como una mescolanza de varias cosas”.

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