‘¡Que viva México!’ es un suplicio de 3 horas
- Halcón De Juarez
- 8 abr 2023
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Foto: cortesía
Jasón Coronado | 08 de abril de 2023
El 23 de marzo de marzo de 2023 se estrenó la nueva película del cineasta Luis Estrada y en su primer fin de semana de estreno recaudó 25.8 millones de pesos, de acuerdo con Comscore, compañía de investigación de marketing.
En esta ocasión el director de ‘El Infierno’ y ‘La dictadura perfecta’ vuelve a colaborar con el guionista Jaime Sampietro para la redacción del guion, así como algunos actores con los que trabajó en cintas anteriores; entre ellos se encuentran Damián Alcázar, Joaquín Cosío, y Alfonso Herrera.
¡Que Viva México! es una comedia en la que Pancho (Alfonso Herrera), acompañado de su esposa e hijos, visita su pueblo natal para asistir al funeral de su abuelo. Al llegar el protagonista se ve envuelto en un desastre tras otro con tal de obtener una herencia que la misma va a desatar conflictos con sus familiares.
Al ser una cinta de Estrada hay elementos reconocibles de su estilo: una comedia ácida que se basa mayormente en groserías y situaciones absurdas, constante abuso de alcohol, escenas para mayores que dejan poco a la imaginación y una crítica al gobierno en turno, si no es que a todo el sistema político y social mexicano.
Si hay una palabra con la que engloba la experiencia, esa es “incomodidad”. Desde el rechazo que genera Mari (Ana de la Reguera) con su tono fresa insoportable y actitud clasista hasta las cosas que vive el protagonista por culpa de sus familiares o de él mismo, las 3 horas de la película se vuelve un suplicio en el sentido de que verla se vuelve una molestia grande y prolongada.
El gran problema es que lo difícil de mirar no es resultado de la demostración de una cruda realidad, sino porque los personajes son desagradables. No se trata de generar desagrado por mostrar personajes pobres en un contexto paupérrimo, sino que esos personajes no son empáticos.
Uno de los principios más importantes a la hora de crear personajes es que se deben armar de tal manera que el espectador entienda por qué hacen lo que hacen. Esto sin la necesidad de asegurarse de que caigan bien, eso es opcional. En la película no hay personaje protagónico o de apoyo con el que uno como espectador sienta que puede ponerse en sus zapatos y entender sus acciones.
Aunque la experiencia es desagradable, también es justo decir que todo el elenco se compromete con la intención de Estrada, sea la que sea. Si ya quedó establecido que la experiencia de la película es negativa eso en sí es un logro por parte del reparto. Alfonso Herrera es muy convincente como un tipo ambicioso que aspira a ser de clase alta. El mérito al esfuerzo se lo llevan Damián Alcázar y Joaquín Cosío porque cada uno interpreta a más de un personaje con todo el reto artístico y profesional que eso conlleva.
Luis Estrada cumple con lo que se espera de un filme hecho por él. El punto más flojo en cuanto a su estilo es que en su producción más reciente la crítica hacia el gobierno es más moderada. A excepción de unas cuantas frases como ‘no sé por qué este Gobierno me recuerda a los anteriores’ o ‘no todos se han comprometido con terminar la corrupción del país’, no se nota una crítica constante hacia el partido que está en el poder.
A pesar de que pueda haber razones de que su característica más representativa no se muestre explícitamente a comparación de su llamada tetralogía, Estrada logra (si es que ese era su objetivo) generar una sensación de mucho desagrado. A fin de cuentas, no era necesario generar 3 horas de material para resaltar la ironía que sufre el protagonista. Si el mayor crimen de un cineasta es hacer una cinta aburrida, el director por momentos lo comete.
Si alguien de la audiencia tiene 3 horas para gastar en lo que quiera y el dinero de un boleto que no teme desperdiciar, que cometa el riesgo de ver ¡Que viva México! sin problemas. Ahora, tanto la duración, como el ritmo lento, mayoría de planos estáticos y lo incómodo de la experiencia son cuestiones que hacen que otras opciones de la cartelera se vean más deseables. Un par de ejemplos son la cuarta parte de John Wick y la segunda de ‘!Shazam!’.
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